Tarde-noche de un lunes de invierno en Madrid. Y que mejor plan que acudir a un recital de Poesía. Reencuentro con Batania y conocimiento de Bolo. Buenas gentes. Regadíos de cerveza y ensoñaciones casi imposibles. Recital amenizado por un Bukowski, de los reales, de turno. Buen ambiente, pero me tuve que ir pronto. Intentaré acudir a más recitales si buenamente mi escaso tiempo libre me deja o si tengo la inmensa suerte de que me inviten. Batania me regaló su antología. Siempre genial
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