Este artículo se publicó el lunes en el diario LA OPINIÓN DE ZAMORA. En él se cita a BATANIA, uno de los poetas totales que tengo la suerte de conocer, y por lo leído, de dar a conocer, pues también BARRUECO me cita en este artículo(muchas gracias, pero no merezco tanto) Yo tan sólo quiero que mis amigos y conocidos conozcan lo mejor, y a fe que BATANIA es de los mejores, pese a que, como a todos nos pasa, nos salgan detractores. Hace mucho tiempo que no los veo, a los dos, y desde aquí, porque sé que leen este blog de vez en cuando, mandarlos un fuerte abrazo.No entiendo esos comentarios que pusieron. Tan sólo responden a esa patina pueblerina que, desgraciadamente, puebla nuestra sociedad aún( y que espero acabe muy prontito) Animad, a todos, a que conozcan la obra y milagros de BATANIA y a que se lean, yo lo suelo hacer, el articulo que a diario publica BARRUECO en LA OPINIÓN DE ZAMORA. UN ABRAZO INMENSO PARA LOS DOS.En las fotos que acompañan a este blog, los dos artistas, primero el homenajeado (y merecidamente) BATANIA. A continuación, un señor, de los de verdad, BARRUECO.
Escrito en el viento
Poeta neorrabioso
Batania escribe con el cuchillo entre los dientes, no suele casarse con nadie
JOSÉ ÁNGEL BARRUECO. Fue a principios de mes. Celebrábamos un recital colectivo en «Tapas y Fotos», un garito de Lavapiés donde se da voz a los poetas, donde se presentan libros y se tocan canciones. El local se llenó y las puertas estaban abiertas, permitiendo que la gente que pasaba por la acera se detuviese, intrigada, a ver qué estaba preparando aquel grupo de locos con versos en los labios. De vez en cuando, y aunque no es una carretera muy frecuentada por los vehículos, pasaba alguna moto o algún coche y su estruendo se colaba en el recital. Aquello estuvo muy bien, chico. Lástima que, como es habitual en estos actos, cuatro o cinco personas optaran por hablar de sus cosas en vez de elegir el silencio respetuoso que el público debe a quien recita, da una conferencia o presenta un libro. Lo de siempre: la mala educación.
En aquel ambiente poético, cervecero y con un toque canalla y corrosivo, organizado por Déborah Vukušic, el personal fue saliendo a recitar por turnos. A muchos de los poetas que leyeron aquella noche ya los conocía en persona, los había leído o bien había asistido a sus presentaciones. De algunos de ellos he hablado ya por aquí. Pero a Batania sólo lo conocía de un par de charlas brevísimas en la Asociación Cultural Pipo. Batania salió a recitar. Pero no a leer. Y eso nos dejó mudos a unos cuantos. Porque no utilizó papeles, aunque creo que los llevaba en la mano. Se sabía sus poemas de memoria, y no eran poemas cortos. Y no se trata de un actor (lo digo porque tienen más facilidad para memorizar textos y para interpretarlos). Y además Batania recitó como si fuese un orador romano en el Senado. Como cuando en las películas («Julio César», «La caída del imperio romano») de antaño, el protagonista miraba a los ojos a su público y alzaba un poco los dedos para acompasar las palabras con varios gestos. Fue allí donde descubrí, de verdad, la poesía de Batania. Donde de verdad me empezaron a interesar sus poemas. Hasta entonces estaba enganchado a su prosa, a la de su blog, porque continúa inexplicablemente inédito: o no tan inexplicablemente, porque ha preferido no dar nada a la imprenta, de momento. De Batania supe por primera vez gracias al consejo de Andrés Ramón Pérez Blanco. Su blog es un foco continuo de literatura. Una hélice que no cesa de girar, removiendo la poesía actual, la que él lee y de la que se empapa, y no sólo los poemarios oficiales y los vates célebres (lo cual se agradece mucho porque, amén de la libertad propia del «bloguer», está su olfato para irnos descubriendo otros nombres, otros libros).
Batania escribe con el cuchillo entre los dientes. Es crítico y sagaz y no suele casarse con nadie. Tras su edificio de palabras hay una mujer, claro: Iratxe, su musa y su vida. Aparte de su escritura, confieso cierto interés por sus hábitos, por su curro. Me explico. Él mismo ha contado que trabaja como vigilante o conserje nocturno en un garaje de Madrid. Cito sus palabras: «(…) es un empleo al alcance de todos, un empleo que elegí porque sabía que a los conserjes nocturnos se les permite leer, escribir y llevar un portátil. Es un trabajo que nadie quiere por los malos sueldos y porque la nocturnidad afecta a la salud». A los vecinos les gustó que no se quedara dormido en el puesto, que no viera la tele ni armara escándalo. En esas horas se dedica a leer poemarios y a navegar por la Red y a escribir en su bitácora. La diferencia importa. Quiero decir: no se escribe igual de día, levantándose a las siete u ocho de la mañana, que de noche, trasnochando y tejiendo versos como un búho sediento de literatura. Lo imagino así, escribiendo en la soledad nocturna, poeta neorrabioso.
www.kankel.net
1 comentario:
Gracias, Kebran. Lo de los detractores habrá que llevarlo como una medalla, y conste que yo, creo que como tú, intento ser amigo de todos, pero en fin.
En cuanto a lo de que "sé que leen este blog de vez en cuando", no es cierto, Kebran: yo te leo siempre, y si se me pasa alguna entrada leo cuatro seguidas a la semana siguiente.
Y gracias otra vez, gracias, porque sé que propagas mi nombre, gracias también porque sé que propagas el nombre de otros, el de muchos otros, y eso no es nada habitual, vaya que no.
Abrazos cachicuernos.
Hasta pronto.
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