En una de mis incursiones matutinas, descubrí una maravillosa tienda de libros viejos, con ese olor tan particular que nos retrae a tiempos mejores, con un particular encanto, y en un particular barrio de la ciudad en la que ahora resido. Largo paseo por la tienda, sin prisas. Y descubro una de mis debilidades, de mis pequeños grandes vicios, que es éste: los bolsilibros. Y héte aquí que descubro no los ya muy vistos libritos del oeste, donde autores como Marcial Lafuente Estefanía o el inefable Silver Kane desplegaban su oficio. Héte aqui que descubro que existió una colección de bolsilibros dedicada a las artes marciales. Se llamaba ¡KIAI! y enseguida llamó mi atención. Y allí que entretuve mirando estos ejemplares. Y allí que me compré dos de ellos, que no fueron muy gravosos para mi maltrecha economía. Y ahora te paso a comentar el primero que me leo de ellos.
Es una agridulce historia la que nos cuenta este libro. La historia de una venganza, acaecida en la ciudad de Tokio contra un comando que perpetró una accción en una aldea en la guerra de Vietnam. El protagonista Mike Shannon, es un experto en karate y a lo largo de las páginas despliega todas sus artes marciales, llegando a finiquitar la vida de algunos de los rufianes que se cruzan en su camino. La chica del libro es una masajista muy bella llamada Noriko. Junto al agente de policia Matsuda, intentan desenmarañar una trama en la que se está ejecutando a muerte y de terrible manera, a muchos americanos que guardan entre todos ellos una relación...
Ya no te explico más. Estos eran y son unos libros deliciosos, breves, pèro muy entrañables y algunos de ellos muy bien escritos. Yo te animo desde aqui a que los busques en las casi extintas librerías de viejo, o por la Red, y te pongas a leer sin esperar un libro que te cambie la vida, pero que, eso si, te la van a hacer mucho más entretenida. Seguiremos opinando acerca de estos libros muy pronto. Palabra de Kebran.
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