viernes, junio 15, 2007

MISCELANEAS DE EVENTILLOS Y RECUERDOS

Las aguas siempre vuelven a su cauce, al menos eso cuentan. Todo esto porque vamos, voy recobrando la normalidad en casa, estos días han sido un poco locos, pues me he dedicado aparte de visitar a Panero y alternar algo por ahí, currar y demás a limpiar la casa, pero de veras y aún me queda, he ordenadoi todos los libros que tenía en una nueva estantería, he tirado muchísimas cosas inservibles, todo un armario de salon, un escritorio vetusto, una cocina, me he liado a montar estanterías varias, también he atendido a mi perrita, eso nunca falla que últimamente está tontita, me he comprado nuevos libros a los que ya me falta tiempo para hincarlos el diente, Aparte me alegro de que por fin una persona muy especial haya conseguido apoyos para su poesía y otra persona igual de especial esté un tanto jodido, pero que se arreglará. Bien pues todo eso ha derivado en un cansancio tremendo del que arrastro varios días y no me centro mucho, digamos no estoy o no soy pero si que tengo que estar. El caso es que limpiando he descubierto, siempre he sabido que estaban ahí guardadadas en el armario una serie de cartas de hace por lo menos doce años algunas y otras mas recientes que me han hecho añorar una pasada y fecunda etapa epistolar en mi vida, algunas con más valor que otras, he decidido deshacerme de algunas, si como quemar mis recuerdos, puesto que el cuerpo mismo y el espìritu mucho más me está pidiendo a gritos una especie de renovación total. Las personas que me enviaban estas cartas, todas ellas chiquitas y algún chico, pero de estos ya las he tirado, las cartas merecen la pena ser releidas por última vez algunas y darles aqui el homenaje merecido, a cada persona de la cual ni sé que es de su vida, pero seguro que ya son personas adultas, con familia y todo, y es que ya no somos niños, aunque nunca debieramos dejar de serlo, eran epistolas simpáticas, que buscaban romper la ociosidad reinante de un estudiante de creo que estudiaba COCINA por aquel entonces y vivía con unos compañeros en un pueblo de TOLEDO, todos ellos ya naturalmente casados, algunos dos veces y con hijos algunos de ellos, Y yo sigo igual, soñando y como diría mi madre "sin atar una escoba" Parrafada bárbara para presentarte el primer pack de cartas desterradas para el fuego pero nunca para el olvido, se me está ocurriendo a algunas de estas personas, volverlas a escribir a ver que tal les va la vidilla, pero seguramente hayan cambiado de dirección y seguro que ni se acuerdan de uno, no sé si intentarlo o no.Tiempo al tiempo.Bien te presento el primer descarte una chica, de LAS PALMAS, una tal LYDIA que había nacido en Barcelona quería ser modelo y de hecho su ultima carta cuenta que iba a hacer un casting, quizá Lidia haya llegado muy alto, o no sé que habrá sido de ella.Pero yo fui afortunado al conocer su historia y antes que la llama las devore pues aqui te la cuento. En post posteriores pondré las historias de las cartas de las chicas que arroje al abismo, servirá para descargar mi desagravio por arrojar intimidades a la basura y de un modo, si alguien leyera este blog, en algun lugar del mundio y es a quien me refiero me lo haga saber.
Mañana o pasado más que estoy muy muy cansadito.

3 comentarios:

Enrique Ortiz dijo...

Te pongo un poema de Joan Margarit:

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esa flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Transcurrirán los años. Te cansarás de libros.
Descenderás aún más
y perderás, también, la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que hayas guardado
serán tu última literatura.

Kebran dijo...

no son cartas de amor. eran meras diversiones de persona ociosa. las mejores epistolas si las guadaré, aqui n o las citaré y posiblememnte vuelva a escribirlas para saber que ha sido de sus vidas. nada más.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Veo que estamos melancólicos... Será esta primavera tan cambiante.
Yo, que me atrevo a muchas cosas, no me atrevo a leer las cartas que tengo acumuladas. Me duelen las cartas de gente que no volveré a ver y que quise mucho. Un beso