Fue apoteósico. Ahora comprendo la euforia que se veía en otros países al ganar este torneo. España, por una vez, si que fue una. Porque grande ya lo es. Libre no lo es tanto. Después de este mal juego de palabras malparafraseando a la cita de un hijoputa paso a enumeraros lo que a mi me emocionó del partido: Las ganas de ganar de todo el equipo, la sencillez del selecionador español, y, sobre todo el gesto de Iniesta, dedicando el gol a quién ya no está, y las lágrimas de Casillas, que fueron contagiosas y todo un país lloraba en esos momentos. Y en esos momentos siempre te acuerdas de quién ya no está contigo, de cuando eras un chaval y todo era un mundo para ti. Y ahora que el mundo es tuyo, te das cuenta, de que lo más grande es siempre lo más sencillo. La selección española de fútbol ha hecho historia. Y con ella, todo un país. Bálsamo para la hecatombe. Necesario. Y lágrimas sinceras de un portero que a mi me demostró que ama el fútbol por encima de todas las cosas. Y, para terminar, la cancioncita del mundial. En español. Y QUE VIVA ESPAÑA.
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