lunes, julio 05, 2010

EPISODIO 4. LATIDO JONDO


 Título de una canción, de una de las mejores canciones de MAREA. Estado de letargo en el cual no estás ni mal ni bien, sino todo lo contrario. Tienes el buche lleno de billetes, pero el dinero es sólo eso: mierda. Mierda necesaria para, por ejemplo, poder escribir estas líneas. A mi me salva el leer. Y lo que estoy leyendo me está gustando muchísimo. Mi latido es jondo porque sé que estáis ahí, de un modo u otro. Y ese gesto es de agradecer. Este cuadernito rojo se sigue llenando de palabras que van cabalgando poco a poco hacia este blog, Se llena de latidos. Los míos. Los tuyos.

Si ves que lloro, tírame una trenza,
no seas pelleja y despeja el torreón, mira a ver,
que ataos con un cordel te ofrezco mis respetos,
ni te la meto ni te pongo un cascabel,
que el llorar es por tus ojos, no es por cojones,
que si me miras van cantando Camarones
por seguirillas, latiendo bajo,
como el badajo que hay en nuestros corazones,
que no palpita, que pega voces,
que está hasta el coño de mentiras y de roces,
no quiera el otoño que se pare por mí,

si ves que pego coces en la cuadra

abre la puerta y despierta, que no voy a meter
mi vida en tu sostén, ni la tuya en un marco,
demasiado charco pa este barco de papel,
de besar... beso a la luna, pa hacerte un feo,
me da un deseo y pido el mango de una escoba,
de lomo bravo, de pelos tiesos,
para montarla o pa mover la sopa boba
que he de comerme solo y compuesto,
y lo que sobre... a los geranios de tus tiestos,
no quiera el otoño marchitarlos por mí,

que la madrugada solo se dedique a pudrir tendederos,

que la hagan morir resaca y luceros,
por sus tuberías corren poesías de lo que más quiero
y lo quiero perder... no quiero querer,

latido jondo es lo que quiere tener

mi cama que no tiene sueños,
un ruido sordo, potro de rabia y miel
de la piel hacia dentro,
latido jondo, más hondo que un mar de hiel
amargo del fondo hasta el techo,
ratas a bordo y tira millas que en la orilla
nadie nos puede ver,

si oyes que llueve ruina en la despensa

dale a las ubres, las manos nunca piensan ni ven,
que ya no hay más que ver, ni luz, ni dios que baje,
ni más brebaje pa abrevar que el de tu sed,
de beber... bebo por gula, no por sediento,
me importa poco si fue uno o fueron cientos
los paladares que echas de menos
que pa mi credo solo quiero un mandamiento,
y es que mis labios secos de invierno
sigan lamiendo las hojitas de un cuaderno,
no quiera el otoño deshojarlo por mí,

que la madrugada solo se dedique a pudrir tendederos

si quiere perder, si quiere querer,

latido jondo

es lo que quiero tener.

1 comentario:

Ángel Muñoz dijo...

un abrazo hermano